Bendito sea lo
profano,
las cosas ocultas que
se niegan a salir de las sombras,
todo lo que la gente
detesta,
lo pútrido que le da
sabor al mundo.
Debajo de los puentes
donde huele a orina,
el metro más caliente
que el sol,
las calles y sus
coladeras hediondas,
la salida del
hospital y los vagabundos.
El olor a sepsis
invade mi alma,
líquido biliar y
secreciones intestinales,
piel quemada,
líquido amniótico y
meconio.
La belleza puede
ser vista en lo repugnante,
lo asqueroso y
retorcido;
yo solo aprecio lo mundano,
me gusta lo que está
cerca de mí.