¡Bienvenida soledad!,
no puedo escapar de ti…
este día te recibo con los brazos abiertos,
con mi alma desnuda.
La negrura de la
noche es testigo del amor que te profeso,
de la desesperación
que me causas
y del silencio que
llamas;
de mis intentos
fallidos de escapar.
No importa lo que
haga
siempre regresarás a
mí,
me encontraras sollozando en algún rincón
solo para envolverme
de nuevo.
Todo lo que haga o
diga, incluso mi suerte,
todo me conduce a ti;
mi dulce maldición,
mi única y eterna compañía.
Destrozado el día de
hoy te acepto,
para siempre...
ya no voy a intentar
escapar,
me rindo ante tu grandeza.
me rindo ante tu grandeza.
Cuervo