donde todo ha perdido
la magia,
la agonía es cuestión
de todos los días,
mis memorias queman
desde adentro.
La luz dentro de mí
se extingue,
solo quedan sombras
malignas,
esas sombras…
manchas de una vida
sin alegría.
Y todo por un amor,
uno insignificante,
el amor de dos
personas interrumpido por un tercero,
uno que nunca fue.
La tristeza está
sobrevalorada,
puedo afirmar que no
es tan mala,
la cronicidad reduce
el sufrimiento
y te dejas llevar
como un palito de madera en el rio.
Es como sabor a café,
Amargo y a la vez
dulce,
resbalando por mi
vida,
drenando sobre mi tumba prematura.
Muerto en vida,
un último deseo antes
de perder las ganas,
antes de dejarme caer
al abismo y ser un cascarón,
por favor se feliz…
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