domingo, 16 de agosto de 2015

Llanto de la ciudad

Hoy recuerdo ese día
debajo del llanto de la ciudad,
en medio de la calle, unidos en gritos de esperanza,
olvidando nuestros orígenes y expulsando demonios.

La lluvia arreciaba pero los corazones ardían,
en medio del diluvio no busqué ningún refugio;
y de pronto, una sombrilla de colores,
llevada a mí por el ángel más hermoso.

Los días nublados son los más bellos,
desde ese día sonrió a las sombrillas;
poder estar tan cerca de la felicidad,
 debajo de la lluvia junto a la mujer de cristal.

Tan frágil y feliz,
temblando bajo la lluvia cruel,
yo solo sostenía el paraguas cual caballero de antaño,
cubriéndola, guardián noble enamorado,
solo nos miramos y sonreímos sin mediar palabra.

Un momento más grande que solo un momento,
más significativo que un beso,
más fuerte que el ferviente calor de mil corazones enfurecidos;
para nosotros, una grata despedida.

cuervo

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