Veneno asesino solo
para mí,
órganos derretidos,
corroídos,
esa mirada que jamás
existió,
tan real como la pus
que excreto.
Abro mi corazón en
plena calle,
escribo en la
banqueta un nombre,
me arrastro hasta
ensuciarme de blasfemias;
inmundicias que este
mundo ofrece.
Mundo oscuro y
amenazador,
un amador surge hoy
desde las sombras,
abrigado solo con
piel desnuda,
sincero y amable, un
caballero negro.
¡Seres nocturnos, hoy
proclamo!
bienaventurado aquel
que pierde la batalla,
el que termina en un
charco de su sangre,
el que ama sin ser
amado,
porque de ellos es el
mundo de la realidad.
cuervo de la noche
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