Ojos claros ante el
amanecer,
esperando el momento
de mi redención,
de mi rendición y la reapertura
del gran salón,
el gran y lastimado rojo
sangriento.
Mi corazón voló en
mil pedazos,
no esperes nuevas
sonrisas,
no esperes luz
inexistente,
quedé con el carisma
de una tabla mojada por la lluvia.
Tiempos de recuperación
y cambios,
hay un lugar dulce en
la inconsciencia,
en el cansancio y los
nuevos caminos;
no todo se pierde al
caer en la realidad.
Ojos claros ante la
inminente escapatoria,
sueños nuevos,
tragedias nuevas,
el cálido llamado de
la esperanza,
para después volar en
mil pedazos.
Pálida piel, belleza
inigualable…
sé donde es mi lugar...
los sueños son para los ingenuos;
para los débiles e
insensatos.
Dejo mis puertas abiertas,
no hay nada que perder;
mi vació ya hecho raíces…
¡oh gran salón rojo!, ¡llénate de alegría de
nuevo!
cuervo
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