Recuerdo lo feliz que
solía ser,
entre las sombras
amigas,
bajo el manto de la
alegría inminente,
aun si esperaba mil
horas bajo la lluvia.
Que cruel es el
destino,
las burlas provienen
desde mi interior ahora;
caballos errantes y
caminos a la locura,
puertas que se
cierran violentamente cuando quiero entrar.
El sol en todo lo
alto mira con desprecio mi alma,
se enfurece por ver
que poco a poco me extingo,
a él le da asco el
que se rinde,
el que pretende estar
bien, de pie como un zombie.
Enterrado por las
preocupaciones,
el ave sin alas, un animal
repugnante arrastrándose,
el que ha perdido
toda su escancia,
el cascaron de lo que
fue vida.
cuervo
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