No hay que llorar,
no debo llorar,
no tengo quien seque
mis lágrimas ahora,
no debo perder.
Que la oscuridad me
cobije en su dulce velo,
que el silencio
escuche mis lamentos,
que el tiempo borre
mi amargura
y la lluvia oculte
mis lágrimas.
He de mentirle al
mundo,
tan fácil es fingir
una sonrisa
y seguir caminando
sin fuerzas
dibujando un camino
incierto.
No me queda nada,
debo seguir en línea recta,
el fuego está casi
extinto,
pero se niega a morir.
Toda mi repulsión encapsulada,
píldoras de auto odio;
este corazón endeble
tiende a la resistencia;
rebelde ante
cualquier rechazo, orgulloso de su dolor.
cuervo
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