Y me acerque al silencio,
Y este me lo dijo,
Me hablo de mi enfermedad,
De mi falta de regocijo,
Y de la soledad.
Me di cuenta de las sombras,
Y del sonido de ellas,
Descubrí el hoyo de mi pecho
y encontré mi corazón desecho.
Cenizas de la noche,
Rasgos del beso de la muerte,
El hedor de las lágrimas
Me hace pensar
Como cambia la gente
Y la princesa
Murió en mí,
Se fue,
Se llevo parte de mí.
Y los sonidos de la noche
Cada día me cubren más,
Mis lágrimas se secan
Pues ahora son de sangre
Y aprendí de la soledad,
Me conforme con soñar,
Me refugie en pensamientos
Y llore hasta quedar ciego.
Cada día es peor,
Con mi soledad infinita,
Me amo por odiar,
Y pierdo calidez
El deseo se postra en mi mente,
Se hace de piedra,
Y me quema desde el pecho,
Venenosa como hiedra.
Yo sé de soledad,
Yo sé sobre los sueños,
Yo sé sobre el fuego,
Y se sobre el agua.
Vendo mi alma todos los días,
Me enamoro todos los días,
Lloro en el día
Me vuelvo loco por las noches.
Siempre a una calle,
Y a mi lado el asiento vacío,
Una mirada que se va
Y un saludo cordial.
Solo el viento sabe mi nombre,
Y el anciano de la calle,
Mis manos solo conocen el frio,
Mi corazón solo es para mí.
Que patética obsesión,
El legado de un hombre débil,
Lo veo con mis manos
Tú entiendes, es fácil.
Digo mi verdad
Y ya no me duele
Me falta la mitad del amor
Tú sabes…
Espero no despertar mañana,
Ya da igual,
El daño es permanente,
Me alejare en mi sueño,
Y beberé de ti…
Han pasado diez días
Y ahora me voy al infierno
Nadie puede salvarme
Del mundo que nadie conoce
cuervo