sábado, 4 de mayo de 2013

La realidad de los grises


El estaba sentado,
pensando en ella mientras la música lo envolvía,
mientras las mentiras del corazón eran intensas;
mientras ella disfrutaba la vida,
mientras ella construía su vida,
el la destrozaba y la sumergía encerrado en su cuarto.

El día era hermoso, el lo veía por la ventana,
la suave luz del sol apenas rozaba su brazo,
mientras ella lo tenia de frente hacia la cara,
mientras viajaba con un posible amor al infinito.

Entonces él tomó su corazón y lo metió a la licuadora,
buscando destruir las mentiras púrpuras,
aún sabiendo que la soledad le aguarda detrás de la puerta
y que ya no le dejará nunca.

Ella no tiene la culpa de que él no sea lo que ella espera,
lo que ella espera de un verdadero amor o de uno falso,
el no es digno de portar la espada y el escudo que ella necesita;
ella necesita un hombre de un cuento,
ella necesita a alguien mejor que el, cualquiera es mejor que el.

El, hombre de poca fe, sediento de amor y afecto,
rechazado por los brazos de su ángel,
cegado por un corazón ajeno,
vagabundo de amor.

Historia sin fin que el proyecta a diario en su mente,
el sabe que puede seguir luchando,
que tal vez lo logre algún día,
pero teme que la realidad será otra,
que su corazón terminará desgastado y viejo;
y que ella seguirá con la cara al sol
y el viéndolo desde su ventana.

cuervo

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