De esos atardeceres
incipientes
pero hermosos cuando
la lluvia arrecia,
tanto nos da la vida
algunas veces
que sobra una explicación.
¿Dónde termina el
humano y empieza la vida?
estamos parados ante
nuestro corazón purpura
y muchos somos ciegos;
nos domina el estúpido
miedo.
Dos días bajo la
lluvia hacen falta para reflexionar,
no hay porque correr,
la sangre se ilumina
cuando somos naturales
y tú mismo te deslizas
sobre las amarguras.
Es el fuego que me
impulsa para amar o maldecir,
una nueva forma de
ver el mundo,
de crecer y sonreír;
que se muera el
mundo, porque yo no me extingo.
cuervo
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